martes, 21 de enero de 2014

Los treinta, los cuarenta y otras discriminaciones a la hora de trabajar.


A mi edad ¿quién me va a contratar?. Las empresas sólo contratan a personas jóvenes y con experiencia. ¡Lo tengo crudo!. 

Cuántas veces, cuántos artículos, cuántos posts, cuántos debates en foros o en las  redes sociales han tratado y tratan este tema. Las empresas no deberían...los gobiernos deberían...Me consideran mayor con treinta..Los de cuarenta y cinco también tenemos derecho a trabajar...y lo peor es que todo esto es cierto...


Sobretodo es cierto que quedarse en la calle con cuarenta y pocos años después de toda una vida laboral trabajando en la misma empresa,  en el mismo sector y lanzarse a la búsqueda de empleo como si tuviésemos veinticinco es muy duro. Con cuarenta y cinco, darse de alta en el servicio de empleo de la comunidad correspondiente y esperar una oferta, subir tu currículo a un portal de empleo o  presentar currículos a puerta fría,  es una actividad frustrante, desesperanzadora, con pocos visos de éxito y lo que es peor, te toca esa fibra tan sensible como es tu autoestima.


Estamos en un momento de profundas transformaciones, algunas serán para bien y  otras quizás para mal y uno de los cambios es que ha cambiado la forma de buscar empleo,  sobretodo cuando ya no tienes veinte.

El trabajo fijo ya no existe o casi ya no existe-otro de los cambios-. ¿Os acordáis de las celebraciones en familia o entre amigos cuando nos hacían fijos-as?. Los sueños y los proyectos se ponían en marcha. Ahora se celebra tener un trabajo, que además es el trabajo que buscabas, el que te gusta y lo que dure.

Esto significa que si estás trabajando no puedes dormirte en los laureles y que tienes que estar preparado o preparada para cambiar de trabajo por voluntad propia o ajena.Lo recomendable es evitar que tu trabajo fijo se convierta en una zona de confort que aunque apetecible te impide aprender cosas nuevas y vivir nuevas experiencias que son las que nos hacen crecer en lo personal y lo profesional. Es como un agujero negro que te engulle y te hace desaparecer y desaparecer significa hacerse invisible a los ojos de los demás. Significa no ser, no estar.


Antes de seguir quiero hacer una advertencia bien conocida e innecesaria: en estos momentos la oferta de contratos de trabajo es escasa tanto para la gente joven que tiene que irse fuera si quiere trabajar -si puede- como para la gente  menos joven que de pronto se encuentra desempleada.

Hay quien piensa que  por ser mayor  se es más sabio que una persona de veinticinco. Esto es a veces así y a veces no. Todo depende de tu trayectoria profesional de lo que has hecho y  de lo que has dejado de hacer  por estar en esa zona de confort, en la que quizás se convirtió tu trabajo fijo.

Volvamos a  las quejas. Es injusto que te discriminen por la edad para ser contratado-a. No nos rasguemos las vestiduras porque esta discriminación no empieza en las empresas sino en la misma sociedad. Desde siempre se ha adorado la juventud, la belleza, el poder  económico y el éxito. La sociedad se ha preocupado mucho por la urgente satisfacción de los sentidos, como diría Óscar Wilde. La sociedad somos todos y todas y hemos   creado nuestros propios monstruos.

Me comentaba una amiga muy viajera y vividora-en el mejor de los sentidos- que hasta  la cultura del extremo oriente en la que se veneraba al ancianete de casa como un pozo de sabiduría, está cambiando  y la figura de este oráculo doméstico está en sus horas más bajas.


Juventud es sinónimo de fortaleza física, de creatividad, de entusiasmo, de iniciativa, de ganas por aprender, por trabajar..Todo esto es muy discutible. He visto jóvenes con menos iniciativa y entusiasmo por la vida que mi abuela que lleva ya muerta más de treinta años.


Es cierto que la edad  puede llegar a ser un factor de discriminación laboral y que las empresas deberían juzgarnos por algo más que por el calendario biológico.  

También es cierto que no todas las empresas disfrutan de esa estrechez de miras. Las empresas competitivas, esas que se mantienen o que incluso crecen en la adversidad, son las que no preguntan por tu edad. Su pregunta es otra ¿Qué puedes hacer tu por la empresa?. ¿Qué vas aportar que incremente mi activo?. Son las empresas que merecen la pena.

Por cierto, hay gente mayor que sigue trabajando o que ha encontrado otro puesto después de haber perdido el suyo. No podemos dejarnos llevar por los malos augurios, por los pesimistas. Hay deshacerse de los que te desaniman para que inicies una nueva aventura.

Desgraciadamente, la edad, no es la única discriminación a la que estamos expuestos o expuestas. Sí, hay más.

Las mujeres por ejemplo, podemos ser discriminadas precisamente por ser mujer, es decir, por una cuestión de género. Es más, llegaremos a sufrir la discriminación de otras mujeres. Si además  pasamos de los treinta estamos en riesgo de exclusión social y si pasamos de los cuarenta la exclusión social es un hecho, si estás desempleada. Es la triste realidad.

No hace mucho, escuché en la radio, en la Cadena Ser para mayor exactitud,   la dramática y cruel historia de una mujer que trabajaba como chef   de un conocido y afamado restaurante. Su propietario le había prohibido salir a saludar a los comensales porque según él su sobrepeso dañaba la imagen del restaurante. Pero, ese sufrimiento  diario, ese ataque que desgarra la dignidad de cualquier ser humano, se transformó en un impulso vital que le llevó a montar su propio restaurante. No estaba dispuesta a seguir aguantando lo que para ella era una humillación. Decidió que tenía que independizarse y elaboró toda una estrategia para conseguirlo y lo consiguió y entonces fue feliz.  

Por miedo al fracaso pudo seguir sufriendo, soportando pero no estaba dispuesta a esto.

A veces en la adversidad es donde encontramos la solución. O nadas, o te ahogas.






1 comentario:

  1. Pertenecí al grupo de” Si además de ser joven posees belleza tendrás todos los ojos puestos en ti”, pues debo decirles que no fue así y los tiempos lamentablemente no cambiaron tanto. Si eres joven y posees belleza debes redoblar tus esfuerzos para demostrar que eres muy capaz de realizar tus funciones y sobre todo de superar las expectativas laborales.
    Hoy a mis 53 años en la búsqueda permanente de la adaptación al cambio, puedo decir que nunca me considere tan competente como en estos momentos, no por haber tenido éxito en mis trabajos anteriores, ni por la experiencia lograda al llevar adelante diversos proyectos.
    Hoy soy consciente de mis competencias y mi gran capacidad de aprendizaje y sobre todo de que la zona de confort no existió, ni existirá en mi esquema mental. Pero sobre todo soy consciente de que lo puedo decir sin sentir por ello soberbia. Siento orgullo de poder expresarlo en voz alta, tema que hasta hace poco menos de un año no me atrevía.
    Si tenemos años ¿Y qué?

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